Esta prueba mide la presión en el esfínter esofágico inferior y los niveles de acidez a lo largo de un período de 24 horas. Por lo general al paciente se le retira la medicación durante algunos días antes del análisis y durante la propia prueba.
La primera medición dura unos 20 minutos. Se introduce un tubo fino a través de la nariz y se pasa por el fondo de la garganta hasta el esófago. Con él se miden los cambios en la presión mientras se tragan pequeñas cantidades de agua (aproximadamente una cucharadita por trago) que suministra el personal sanitario que realiza la prueba.
A continuación se retira el tubo y se sustituye por un cable con un sensor que mide la acidez. El cable, que sale por la nariz, está conectado a un dispositivo de grabación del tamaño aproximado de un reproductor portátil de CD que se lleva colocado sobre un cinturón.
La grabadora cuenta con tres botones. Uno se presiona para marcar el momento en que se empieza a comer y el momento en que se acaba, otro para señalar los períodos en los que el paciente se tumba o se vuelve a levantar, y un tercero sirve para registrar los momentos en que el paciente experimenta reflujo ácido.
Al día siguiente se retira el dispositivo y los datos registrados muestran los niveles de acidez durante las 24 horas analizadas.
Control de pH de 48 o 96 horas con cápsula Bravo
La cápsula Bravo realiza, en esencia, la misma función que el sistema anterior. Mediante un endoscopio, el dispositivo se pega a la pared del esófago inferior y transmite los datos a una grabadora mediante señales de radio, de forma que ya no hace falta el cable que sale por la nariz. Por lo general se utiliza a lo
largo de un período de 48 horas. La grabadora se devuelve al hospital y la cápsula se separa de la pared esofágica y atraviesa el sistema digestivo en unos días.