Los médicos pueden observar cómo tragamos los alimentos mediante una prueba llamada esofagograma, también conocida como trago de bario.
En esta prueba se administra una bebida que contiene bario, que es levemente radioactivo. El paciente se coloca frente a un aparato de rayos X y bebe el líquido, y mediante radiografías se observa cómo desciende por el esófago. Un tránsito normal dura unos 5 segundos, pero si la peristalsis es mala o existe un esófago en cascanueces, el líquido puede tardar más tiempo o incluso retroceder en algún punto. El trago de bario también revela la existencia de cualquier divertículo esofágico en el que se acumula el líquido.
El contraste de bario se utiliza también para comprobar la eficacia con la que se vacía el estómago. En ese caso se administra con el paciente tumbado y el aparato de rayos X controla ese órgano. En un artículo reciente publicado en Gastroenterology & Endoscopy News en septiembre de 2015, unos investigadores del Hospital Universitario de Nottingham ponían en duda la necesidad de realizar pruebas con bario y afirmaban que la endoscopia es un procedimiento diagnóstico más eficaz en el que se puede actuar inmediatamente en caso de detectar signos de cáncer. [t-ix]