(También conocido como síndrome de sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado)
Las bacterias abundan en los intestinos, y especialmente en el intestino grueso. Existen diez veces más microorganismos en los intestinos que células en el cuerpo humano, y desempeñan una importante función a la hora de permitirnos metabolizar los ácidos grasos y producir las vitaminas B y K, entre muchas otras tareas.
Sin embargo, si se produce un sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado (SIBO, por sus siglas en inglés), este intestino se ve poblado por muchas más bacterias de lo habitual, incluidas aquellas que normalmente se restringen al intestino grueso.
Los síntomas del SIBO incluyen los habituales del síndrome del colon irritable: estreñimiento, diarrea, flatulencias, náuseas, hinchazón, dolor abdominal y retortijones, cansancio y pérdida de energía (aunque es importante resaltar que estos síntomas también son comunes en otros trastornos).
Las bacterias pueden robarnos nutrientes esenciales para alimentarse, especialmente hierro y vitamina B12, cuya ausencia puede provocarnos anemia.
Causas
Las causas del sobrecrecimiento no están del todo claras. Puede deberse a algunas cirugías en el intestino o algunos trastornos médicos que afectan al movimiento bacteriano intestinal (el llamado “complejo motor migratorio”).
Otra posible causa es la medicación para suprimir la acidez que utilizan algunos de los pacientes con reflujo ácido. En un metaanálisis publicado en Clinical Gastroenterology and Hepatology en mayo de 2013 y titulado “Uso de inhibidores de la bomba de protones y riesgo de sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado” se afirma: “El uso de inhibidores de la bomba de protones (IBPs) podría predisponer a los individuos a desarrollar sobrecrecimiento bacteriano intestinal (SIBO) debido a la alteración del entorno intraluminal y de la flora bacteriana.
Existe una cierta controversia en torno al riesgo de desarrollar SIBO entre los usuarios de IBPs debido a los resultados contradictorios de estudios anteriores”. Asimismo, llegaba a las siguientes conclusiones: “El uso de IBPs mostró una asociación estadística con el riesgo de desarrollar SIBO, pero solo cuando el diagnóstico se alcanzaba mediante una prueba muy precisa (aspirado y cultivo duodenal o yeyunal). Las diferencias en los resultados de otros estudios pueden deberse al uso de distintas pruebas para diagnosticar el SIBO”. [c-xiv]
Tratamiento
El SIBO puede tratarse con antibióticos, pero es frecuente que reaparezca.
Se han sugerido algunas dietas que pueden aliviar los síntomas, como la dieta de los carbohidratos específicos (SCD, por sus siglas en inglés), la dieta del síndrome psico-intestinal (GAPS, por sus siglas en inglés), la dieta baja en oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables (FODMAP, por sus siglas en inglés), la dieta de Cedar-Sinaí y la dieta del tracto rápido.
Dichas dietas no se evalúan en este libro por quedar fuera de su ámbito.