La bilis es un líquido verde y de sabor amargo que se segrega en el hígado y se almacena en la vesícula biliar.
Su función principal es contribuir a la absorción y descomposición de las grasas. Actúa como un detergente y permite la emulsión de las grasas y el agua, como cuando se utiliza líquido lavavajillas sobre un plato grasiento.
Cuando el quimo líquido sale del estómago, se liberan grandes cantidades de bilis desde la vesícula biliar al duodeno.
Si las grasas permanecen mucho tiempo en el estómago, puede permitirse que pase algo de bilis a través del esfínter pilórico para ayudar en el proceso de digestión. [a-i]
La bilis se produce en el hígado y se almacena en la vesícula biliar. Junto con las enzimas producidas por el páncreas, pasa al duodeno a través del esfínter hepatopancreático, también llamado esfínter de Oddi.
Si se necesita bilis en el estómago, se le permite retornar a través del píloro, que es habitualmente la válvula de salida del estómago.
Las vitaminas A, D, E y K son oleosolubles y requieren la acción de la bilis para que el cuerpo las pueda absorber.
La bilis también colabora en el transporte de materiales de desecho, incluidos los que filtra el hígado, para su expulsión del cuerpo, y también ayuda a eliminar bacterias dañinas.
Las sales biliares utilizadas en este sistema de transporte se reabsorben en el flujo sanguíneo al final del tracto intestinal y se devuelven al hígado, que las recicla.
Un exceso de bilis puede provocar diarrea. [b-i] Una cantidad demasiado baja puede causar una mala absorción de vitaminas esenciales, la acumulación de toxinas en el hígado y un exceso de problemas de acidez debido a una mala neutralización de la sustancia.
La sensación de hinchazón tras la comida puede ser un síntoma de que no se segrega suficiente bilis.
Se ha sugerido que una producción baja de ácido estomacal, que trae consigo una mala descomposición de los alimentos en el estómago, puede desencadenar la producción de más bilis, que viaja al estómago para ayudar en el proceso o, por el contrario, puede implicar que se necesita menos bilis, lo que causa una acumulación de bilis en la vesícula. Independientemente del motivo, los pacientes que sufren problemas de acidez estomacal parecen más propensos a experimentar problemas con la vesícula biliar.
Cálculos biliares
La vesícula biliar es el depósito en el que se almacena la bilis producida por el hígado.
Se ha observado que a menudo se producen cálculos biliares y colecistitis (inflamación de la vesícula biliar, causada frecuentemente por los cálculos biliares) en pacientes con reflujo ácido.
No está claro si este último provoca los anteriores o si todos ellos comparten una causa común, y existen artículos de investigación que se contradicen mutuamente a este respecto.
Un artículo publicado en 1936 en la revista Annals of Surgery presentaba una correlación entre la colecistitis aguda y el reflujo [b-ii], aunque un artículo publicado en 2001 en American Journal of Gastroenterology no encontró asociación entre los cálculos biliares y la enfermedad por reflujo gastroesofágico. [b-iii]
Los cálculos biliares son acrecencias sólidas que pueden formarse en la vesícula biliar. A menudo no causan ningún problema, pero en ocasiones pueden causar un dolor considerable.
No está claro qué provoca los cálculos biliares: están compuestos por lo que se denomina “barro” biliar, que normalmente contiene colesterol.
Se ha sugerido que algunos medicamentos para la reducción del colesterol pueden causar una acumulación de este en la bilis. Otras voces apuntan a que la vesícula biliar puede no estar vaciándose con la suficiente eficacia o frecuencia, o que el hígado esté excretando un exceso de colesterol hacia la vesícula.
Colesterol
El colesterol es un componente fundamental de las paredes celulares. También se utiliza en el hígado para crear bilis, y participa en la vitamina D y en las hormonas suprarrenales y sexuales.
Se transporta por el cuerpo a través del flujo sanguíneo gracias a las lipoproteínas, que pueden ser de dos tipos: lipoproteínas de baja densidad (LDL, por sus siglas en inglés, lo que denominamos “colesterol malo”) y lipoproteínas de alta densidad (HDL, por sus siglas en inglés, lo que llamamos “colesterol bueno”).
Las LDL son las causantes de que las arterias se obstruyan y se produzcan infartos de miocardio.