La mucosa que recubre el interior del esófago produce mucus, que ayuda a que el alimento se desplace al estómago y ofrece algo de protección a la capa superficial (epitelio) del esófago.
Sin embargo, el reflujo ácido puede eliminar parte de la capa protectora y entrar en contacto con el propio recubrimiento. Se trata de ácido clorhídrico muy concentrado y es lo suficientemente fuerte como para disolver metal. Si nos lo echásemos sobre la mano nos dejaría unas quemaduras bastante graves, y lo mismo puede ocurrirle al esófago.
Esa sensación de quemadura es lo que conocemos como ardor (aunque un 30% de los pacientes con reflujo ácido persistente afirman no haberlo padecido nunca). La inflamación y quemaduras causadas por la acidez reciben el nombre de esofagitis. En ocasiones los endoscopistas clasifican el grado de esofagitis observada mediante una de las siguientes escalas:
Uno de los más habituales es el sistema de clasificación Savary- Miller:
Grado 1: Lesiones únicas o múltiples que afectan a un solo pliegue. Las lesiones pueden ser exudativas o simplemente erosivas.
Grado 2: Erosiones múltiples que afectan a múltiples pliegues. Las lesiones pueden confluir.
Grado 3: Erosiones circulares múltiples.
Grado 4: Ulceración, estenosis o esófago corto.
Grado 5: Epitelio de Barrett. Metaplasia columnar con forma circular o no circular (islas o lengüetas) y de cualquier extensión.
También se emplea la clasificación de Los Ángeles, que establece grados de la A a la D, y que es más reciente y objetiva:
Grado A: Una o más lesiones de la mucosa de no más de 5 mm, ninguna de las cuales se extiende entre la parte superior de dos pliegues de la mucosa.
Grado B: Una o más lesiones de la mucosa de más de 5 mm, ninguna de las cuales se extiende entre la parte superior de dos pliegues de la mucosa.
Grado C: lesiones de la mucosa que se extienden entre la parte superior de dos pliegues de la mucosa.
Grado D: lesiones de la mucosa que afectan al menos a un 75% de la circunferencia esofágica.
El paso de algunos alimentos por una zona con esofagitis puede irritarla y provocar dolor. Sin embargo, no son los alimentos los que causan el daño, sino que se limitan a inflamar una lesión ya existente.