Tenía 37 años, una hija de siete años y un negocio próspero recién construido con un esfuerzo enorme… y de repente.. Diagnóstico: Esofago de Barrett…
Mi vida se paralizó y todo se volvió de color gris oscuro.
Fue un descubrimiento casual, formo parte del club de los asintomáticos, casi nunca había tenido ardores ni acidez, aunque si un estrés enorme y un sistema digestivo delicado.
Tuve que reajustar todos los parámetros de mi vida y seguir los consejos médicos a rajatabla, pues el miedo invadía todos mis pensamientos.. la palabra Cáncer no cesaba y la sensación de vivir bajo la espada de Damocles, era tremenda.
Conocer Asenbar fue el principio del fin de mi sufrimiento; comprobar que habían más compañeros que sufrían lo mismo que tenías tu y que todos compartíamos temores, fue un placer amargo; ello generó una fuente de conocimiento enorme ante nuestra patología. Después de varios controles endoscópicos, empieza a ratificarse las palabras que me dijo mi doctor el primer día… Si tienes una vida moderada y evitas el reflujo, es muy difícil que esto prospere y por ello, tienes la garantía que de esto, no te vas a morir.
Ahora ya me considero un veterano, y después de muchos años y muchos controles, ha cambiado mucho la paleta de mis colores; ahora no tengo miedo en absoluto; conozco las alternativas curativas que tenemos a nuestro alcance, me obligo a llevar una vida equilibrada física y mentalmente y sobre todo; he pasado del modo angustiado, al modo afortunado,…. pues a parte de saber que suerte la mía de ser parte del 10% de los que saben que tienen esófago de barrett y que soy afortunado de que me puedan controlar periódicamente, tengo una familia de amigos en Asenbar y seguro que moriré con el Barrett, no por el Barrett.