El interior del estómago está recubierto de células parietales. Como respuesta a los momentos en que vemos, olemos, probamos o pensamos en comida, el cerebro envía señales para activar la producción de ácido mediante el neurotransmisor acetilcolina,que hace que las células cambien y activen sus bombas de protones para liberar iones de hidrógeno y generar ácido clorhídrico.
A medida que la comida entra en el estómago, este segrega una hormona, la gastrina, gracias a la distensión estomacal y a los péptidos y aminoácidos presentes en los alimentos. A su vez, la gastrina activa la segregación de histamina, que interactúa con los receptores H2 de las células parietales y también favorece la producción de ácido.
La somatostatina actúa para inhibir la producción de ácido y mantener un equilibrio correcto de acidez. Actúa directamente sobre las bombas de protones y la producción de gastrina e histamina.
Para la mayoría de las personas que sufren reflujo gastroesofágico, el problema probablemente no sea la cantidad de ácido que se segrega, sino el hecho de que ese ácido viaja a una zona, desprotegida.
Niveles demasiado altos o demasiado bajos
El cuerpo necesita el ácido, pero producir demasiado o demasiado poco, o tenerlo en el lugar equivocado puede causar problemas.
El estómago produce ácido clorhídrico para ayudar a la digestión y luchar contra bacterias perjudiciales. El ácido debería permanecer en el estómago y su cantidad y potencia varía según las necesidades de cada momento.
Este ácido es una sustancia peligrosa: es lo suficientemente potente como para disolver metal. Si se vertiera sobre la piel produciría quemaduras y dejaría una cicatriz. El estómago está protegido gracias a que su interior está recubierto por unas células especiales que producen constantemente una capa de mucosa para evitar los daños del ácido.
El ácido ayuda a transformar el bolo alimenticio que entra en el estómago desde el esófago para convertirlo en quimo líquido, y filtra minerales esenciales de los alimentos para que los intestinos puedan absorberlos con mayor facilidad.
Los aceites y las grasas, sin embargo, no se mezclan con el ácido, y es necesario segregar bilis y enviarla al estómago a través del píloro para descomponer estos elementos.
Otra de las funciones más importantes del ácido es la de actuar como protector ante enfermedades, dado que puede eliminar bacterias dañinas que se hayan ingerido.
La cantidad y potencia del ácido estomacal se controlan en función de los alimentos que se hayan ingerido o se esperan ingerir mediante señales hormonales emitidas desde la glándula tiroides.
La producción de ácido también desencadena la producción de pepsina y de otras enzimas que ayudan a descomponer las proteínas.
Si el estómago produce demasiado ácido (hiperclorhidria), la mucosa puede ser insuficiente para proteger el recubrimiento interior del estómago. Como consecuencia, pueden aparecer úlceras o inflamación (gastritis).
La cuestión de si el estrés puede provocar un exceso de ácido está sujeta a debate. Cabe señalar, de manera anecdótica, que muchos de los pacientes que sufren un exceso de ácido estomacal refieren que este se exacerba con el estrés, lo que podría deberse a un descenso en los niveles de una proteína llamada TFF2, que ayuda a reparar el daño causado por el ácido.
Unos niveles demasiado bajos de ácido estomacal (hipoclorhidria) pueden causar una mala absorción de elementos esenciales y una baja inmunidad bacteriana.
Muchas personas tienen bacterias Helicobacter pylori en el estómago. Para algunos, estos microorganismos pueden ser los causantes de úlceras estomacales. No les gusta el entorno ácido y se clavan profundamente en las paredes estomacales, donde los niveles de ácido son más neutros.
La presencia de H. pylori se detecta mediante una prueba del aliento, un análisis de sangre o de heces, o una biopsia.
La H. pylori se trata con una mezcla de antibióticos.
Cada cosa en su sitio
Desde el estómago, el quimo líquido pasa a través del esfínter pilórico al duodeno y los intestinos. Puede seguir siendo un compuesto ácido, aunque en parte queda neutralizado por la bilis que se encuentra en el duodeno. La estructura columnar de las células que recubren el interior de los intestinos, junto con la
mucosa presente en ellos, los hace resistentes al ácido.
La parte superior del estómago se queda cerrada gracias a un conjunto de músculos que se denominan esfínter esofágico inferior, y así se evita la posibilidad de que el ácido pase al esófago.